Sin embargo, aunque los resultados son alentadores, los expertos advierten que la IA no reemplaza al juicio clínico humano. Más bien, actúa como una herramienta complementaria que potencia la capacidad de los profesionales de la salud. También es esencial validar estos sistemas con estudios clínicos en distintas poblaciones y contextos, para garantizar su eficacia y equidad.
En conclusión, la inteligencia artificial está emergiendo como una aliada poderosa en la detección temprana del cáncer de mama. Su aplicación en mamografías podría revolucionar el diagnóstico y contribuir significativamente a salvar vidas, siempre que se utilice de forma ética, responsable y en conjunto con el conocimiento médico especializado. El futuro de la medicina preventiva parece más esperanzador gracias a esta fusión entre tecnología y salud.
