¿Sabes por qué a veces nos duele el cuerpo? Cuando el alma guarda silencio, el cuerpo grita

 

 

 

 

Fingimos estar bien, sonreímos cuando por dentro estamos quebrados. Esa desconexión entre lo que mostramos y lo que sentimos genera un desbalance que termina cobrándose en forma de enfermedad o fatiga.

Vivimos tensos, esperando que algo cambie afuera, pero sin movernos internamente. Y el cuerpo lo sabe. Porque cuando no escuchamos nuestra alma, él alza la voz. El dolor físico muchas veces es el lenguaje del alma agotada.

Por eso es importante detenernos, mirar hacia dentro y preguntarnos: ¿Qué estoy callando? ¿Qué necesito soltar? ¿Qué parte de mí estoy descuidando?

El camino hacia el bienestar no siempre está en una pastilla o una terapia externa. Muchas veces empieza por darnos permiso de sentir, de poner límites, de decir que no, de elegirnos.

Porque cuando el alma se alinea con lo que siente y necesita, el cuerpo lo agradece. Y poco a poco, el dolor se transforma en alivio.

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