El té de cáscara de limón puede consumirse en distintos momentos del día, adaptándose a las necesidades del cuerpo. En ayunas, actúa como depurativo; después de las comidas, facilita la digestión; frío, es una bebida refrescante para el verano; y caliente, una infusión reconfortante en épocas frías.
No obstante, se deben tener en cuenta algunas precauciones. Su consumo no se recomienda en exceso en personas con acidez estomacal, y es aconsejable consultar al médico en caso de estar bajo tratamiento farmacológico.
En conclusión, el té de cáscara de limón representa una excelente forma de transformar un residuo habitual en un recurso natural de alto valor terapéutico, accesible para todos y fácil de incorporar en la rutina diaria.