El magnesio es uno de los minerales más importantes y subestimados en la nutrición humana. Presente en alimentos como espinacas, almendras, aguacates, semillas de calabaza, plátanos, yogur natural y chocolate negro, este micronutriente participa en más de 300 procesos bioquímicos esenciales para el equilibrio del cuerpo. Su deficiencia, cada vez más común debido a dietas procesadas y suelos empobrecidos, puede desencadenar desde fatiga hasta trastornos neurológicos. Incorporarlo en la dieta diaria puede ser transformador para la salud física y mental.
Una de sus funciones principales es la regulación neuromuscular. El magnesio favorece la relajación muscular y el buen funcionamiento de los nervios, ayudando a prevenir calambres, espasmos y tensiones. Además, contribuye significativamente a la prevención de migrañas, ya que regula neurotransmisores como la serotonina y participa en el flujo sanguíneo cerebral.
En el ámbito óseo, es tan vital como el calcio. Interviene en la formación y fortaleza de los huesos, al facilitar la absorción y fijación del calcio. Por ello, es clave en la prevención de la osteoporosis y en el alivio de dolores articulares causados por artritis o reumatismo. Su efecto antiinflamatorio también lo convierte en un aliado para quienes padecen enfermedades inflamatorias crónicas.
